Finalmente se decidió la pulseada entre EEUU y China por el tema TikTok. El presidente Trump aprobó el acuerdo de ByteDance con Oracle y levantó la prohibición de descargar TikTok en Estados Unidos. La verdad es que el acuerdo permite a ByteDance seguir siendo el principal propietario de la app estrella del momento (China no hubiera permitido su venta a Estados Unidos), pero localizando su central en USA, desde donde será controlada por Oracle junto con Wallmart y, en menor medida, otras tecnológicas norteamericanas.
De esta manera Trump logró esquivar un problema que él mismo había creado, ya que si prohibía Tiktok -que en su país ha tenido casi 100 millones de descargas- habría sido el golpe de gracia a su sueño de reelección. Es interesante comprobar cómo no solo las hackers rusos sino también una simple aplicación puede decidir el futuro político del hasta ahora país más poderoso del planeta.
El de Tiktok ha sido sólo una primera prueba entre los dos gigantes contendientes. Como en el boxeo, en el primer round se prueban. El próximo round será el de Tencent. En este caso se juega algo más importante y a la vez más fácil de resolver ya que esta aplicación que en China es imprescindible para el funcionamiento cotidiano de al menos 600 millones de personas y que sí tiene nexos con el gobierno y con el Ejército Popular (a diferencia de TikTok), puede ser prohibida en Estados Unidos sin afectar gravemente los niveles de popularidad del gobierno.
Pero finalmente lo que importa a Estados Unidos es detener el avance de Huawei y la conquista por parte de China del 5G a nivel global. En este sentido el país norteamericano ha conseguido –por medio de presión más que de seducción- que muchos de sus aliados occidentales apoyen esta iniciativa. Primero fue Canadá, luego Inglaterra y la Unión Europea, y también se han sumado Australia, Corea y Japón. Todos los países mencionados han construido una estrecha relación comercial con China en los últimos 20 años, de manera que la actitud adoptada por todos ellos en estos últimos meses, implica un importante cambio de rumbo y una decisiva toma de posiciones.
En mayo de 2019 representantes de más de 30 países se reunieron en Praga para debatir acerca de temas como la seguridad nacional, la economía y el comercio, relacionadas a la adquisición de 5G por parte de los estados nacionales. Un año después, y en base a las recomendaciones surgidas de las Proposiciones de Praga, el Departamento de Estado reúne a un grupo de especialistas de Europa, Asia y América del Norte y desarrolla el Criterio para la Seguridad y la Confianza en Redes de Comunicación y Servicios (Criteria for Security and Trust in Telecommunications Networks and Services), para que sirva de herramienta a gobiernos, empresas de internet y operadores.
En abril de este año, el Secretario de Estado Myke Pompeo anuncia la creación de The Clean Network, que incluye Clean Carriers, Clean Store, Clean Apps, Clean Cloud y Clean Cable. Y que en resumen se propone impedir que cualquier tecnología relativa a internet construida en China pueda ser utilizada en Estados Unidos. Se mencionan en el texto desde ZTE y Huawei, hasta Tencent, Alibaba, Baidu, China Mobile y China Telecom.
Varias Telcos internacionales adhieren al texto publicado en la web del gobierno estadounidense. Entre ellas Orange, que acaba de asociarse con la empresa china ByteDance. Safra Catz, CEO de Oracle, dice: “Oracle comparte la visión de redes y aplicaciones seguras y resilientes. Basados en nuestro compromiso con el desarrollo de una infraestructura de telecomunicaciones más segura para nuestros consumidores, estamos orgullosos de apoyar la iniciativa de Clean Network”. No casualmente Catz mantiene una buena relación con Trump y Oracle apoya financieramente la campaña por la reelección del presidente estadounidense.
En este camino, se dio a conocer en estos días un proyecto acordado entre el Centro por una Nueva Seguridad en América (Center for a New American Security), el Instituto para Estudios sobre China en Alemania y el centro Iniciativa para el Asia Pacífico de Japón, que busca establecer guías internacionales para la privacidad digital; cadenas seguras de suministro y desarrollar innovación tecnológica en forma conjunta entre tres de las cinco economías más grandes del planeta.
La propuesta, conocida como “Código Común: Un Marco de Alianza para la Política Tecnológica Democrática”, que será publicada el próximo mes, asume que los miembros fundadores de la Alianza serán Australia, Canadá, la Unión Europea (con el liderazgo de Alemania, Francia e Italia), Japón, Corea del Sur, Holanda, Inglaterra y Estados Unidos. Y propone 14 recomendaciones que servirán como marco rector del código común.
El texto especifica que “tener a China determinando los términos de la economía global no es del interés de nadie, excepto de Beijing. Y será perjudicial para la economía y la seguridad nacional de la mayoría de los países”. Agrega: “el actual estado descoordinado de la regulación en internet de las mayores potencias tecnológicas de Europa, Asia y América significa un riesgo enorme de ceder el liderazgo tecnológico”.
El propósito de esta alianza proyectada es -según palabras de Martin Rasser, líder del grupo de especialistas encargado de generar el proyecto- “sentar las bases para crear soluciones innovadoras que puedan llevarse a la práctica proactivamente en vez de enfocarnos en bloquear y destruir a nuestros adversarios”.