Con el auge de la digitalización de los servicios financieros por efecto de la pandemia, la seguridad de la economía global se ha convertido en la principal preocupación de los gobiernos nacionales y regionales. El cibercrimen, la fuga de datos y las criptomonedas se encuentran entre los mayores riesgos que enfrenta el sistema bancario actual. De hecho, la cyberseguridad se ha convertido en una inversión vital para el sector financiero. En 2019 el J.P. Morgan Chase invirtió cerca de 600 millones de dólares para blindar sus defensas contra ataques constantes que estaba recibiendo. Según el FBI, en 2020 los cibercriminales se hicieron de U$S 4.200 millones.
En el último reporte del Banco Central Europeo, el órgano de supervisión del banco identificó el cibercrimen como el mayor riesgo que enfrentarán los bancos europeos en los próximos tres años. Debido principalmente a la constante digitalización de servicios financieros; los sistemas de información obsoletos que aún utilizan los bancos; y la interconexión con sistemas de información de terceros y la migración hacia la nube.
Estados Unidos enfrenta problemas similares. Según un informe de Boston Consulting Group, los bancos y las instituciones financieras presentan un riesgo de ciberataques 300 veces mayor que cualquier otro tipo de empresas.
La seguridad en lo que respecta a datos es uno de los temas principales tanto para el sistema financiero como para los gobiernos porque un incidente en un banco podría tener consecuencias en la operativa diaria de todo un país e inclusive de toda una región y podría llevar a la pérdida de confianza generalizada de los consumidores. El mercado financiero depende completamente de sus sistemas informáticos y de hecho, aunque la digitalización es un proceso relativamente nuevo, algunos sistemas ya están quedando obsoletos. Muchos incidentes están relacionados con la falta de actualización de herramientas y software.
Las aplicaciones móviles bancarias tienden a tener cierto nivel de riesgo porque dependen de múltiples sistemas descentralizados e interconectados. Es por eso que se debe estar permanentemente detectando posibles ataques. Los analistas sostienen que los crímenes más comunes en lo que respecta al mundo de los sistemas financieros digitales son: 1) la suplantación de identidad y los ataques de denegación de servicios (DDoS ataques); 2) el uso de la inteligencia artificial; y 3) las amenazas persistentes avanzadas.
Los fraudes representan el 43% del total de cibercrímenes, según la firma de seguridad RCDevs. Por otro lado, así como la inteligencia artificial puede ser utilizada para prevenir crímenes, también es utilizada por los criminales para mejorar su efectividad. La IA les permite encontrar vulnerabilidades en los sistemas y puede ser utilizada para comprender mejor ciertos patrones de conducta humana y convencer a los clientes de compartir información. Amenazas persistentes avanzadas se les llama a los ataques llevados a cabo por otros gobiernos o por grupos dirigidos por otros gobiernos, que atacan en forma persistente y sigilosa con un objetivo determinado.
Debido al furor por las criptomonedas (se calcula que hay actualmente unas 5.500 criptomonedas en el mundo) el sistema financiero mundial se encuentra en un proceso disruptivo como nunca antes visto desde el fin de la segunda guerra mundial. Las criptomonedas surgieron con la creación de internet como una forma de evadir el sistema financiero internacional y de esta manera agilizar las transferencias y evitar pagar impuestos. Han sido especialmente utilizadas por las firmas de alta tecnología para financiar nuevas start-ups. Al no estar bajo la supervisión del sistema financiero, el valor de las criptomonedas reside básicamente en la confianza común entre inversionistas y emprendedores.
Recientemente se llevó a cabo en África del Sur la mayor estafa mundial en criptomonedas, cuando dos hermanos adolescentes de origen indio, que fundaron Africrypt en 2019, desaparecieron con U$S 3.600 millones. En África del Sur aún no existe legislación respecto a criptomonedas y se desconoce de qué manera las víctimas podrán reclamar legalmente.
A decir verdad, todo el sistema financiero internacional reside en la confianza común desde que Estados Unidos en 1971 decidió desligar el valor de dólar a las reservas en oro del Estado. Desde entonces ha habido cierto control en las finanzas internacionales ejercido principalmente por ese país. La confianza en el dólar mantiene a flote la economía mundial. Sin embargo, con el plan de estímulos recientemente lanzado por el presidente Biden, Estados Unidos ha aumentado su deuda pública a niveles jamás antes conocidos. Algo similar ha ocurrido con el plan de asistencia financiera llevado a cabo por la Unión Europea. El sistema financiero actual no está en condiciones de asumir nuevos riesgos.
Ahora los funcionarios responsables de las finanzas en los gobiernos de los principales países del mundo están dedicados a la tarea de ver cómo se puede controlar el mercado mundial de criptomonedas. China se ha lanzado en una persistente campaña de eliminación de criptomonedas que han surgido como hongos y busca sentar las bases para un marco de tecnologías basadas en Blockchain y controladas por el gobierno. El parlamento europeo trabaja en un estudio sobre finanzas digitales, que sentará las bases para un control regional en el uso de criptomonedas. Y la Reserva Federal de Estados Unidos estudia el desarrollo de su propia moneda digital.
El uso de pagos digitales ahora no sólo se realiza a través de las instituciones financieras sino también a través de empresas de tecnología digital (Paypal, Amazon, Facebook Pay, etc.). Si bien el pago digital a través de plataformas de consumo puede representar una ventaja en cuanto a velocidad y costos, los especialistas sostienen que hay que tener en cuenta riesgos asociados con la interoperabilidad y la posibilidad de que las gigantes tecnológicas terminen conformando un oligopolio de pago digital.
Si bien es evidente que muchos consumidores se han volcado al pago digital obligados por la pandemia, según el último informe de la firma McKinsey un tercio de los consumidores familiarizados con las formas de pago digital declaró no estar interesados en utilizarlas porque no encuentran que haya un beneficio con respecto al valor y además tienen reparos con respecto a la seguridad de sus datos.
El informe advierte sobre la necesidad de reforzar la seguridad ya que se ha evidenciado un deterioro en la confianza de los consumidores. Grandes empresas como Amazon y Paypal siguen teniendo niveles de confianza similares a la de los bancos. Pero el análisis de datos revela una creciente preocupación en lo que respecta a pagos a través de aplicaciones sociales y dispositivos de IoT.
El sistema financiero internacional se encuentra en un momento crucial y su futuro dependerá de que los gobiernos sepan definir las nuevas reglas de juego que permitan garantizar la confianza de los consumidores.
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