En algún momento de la historia del siglo XX las grandes empresas descubrieron que no tenían porqué limitarse a ser líderes del mercado con sus productos originales. La acumulación de capital les permitía diversificarse a otros rubros y no había ninguna ley que prohibiera la diversificación.
La bioquímica alemana BASF fue pionera en esta tendencia, ofreciendo al mercado desde pesticidas a rulemanes y cassettes. Décadas más tarde la japonesa Yamaha pasó a ser líder en venta de motos e instrumentos musicales, sólo dos de las decenas de productos que fabrica actualmente. Hacia fines de siglo, las corporaciones industriales descubrieron que también podían diversificarse hacia el mundo de los servicios, que comenzaba a imponerse. Hoy, por ejemplo, John Deere factura más con sus servicios financieros que vendiendo tractores.
Está claro que la diversificación no es un invento de las Big Tech, aunque el sueño por abarcarlo todo parece cada vez más enraizado en empresarios como Bezos y Zuckerberg.
Amazon ya planea una ciudad en Marte y a la vez abre peluquerías en Londres. Zuckerberg quiere ser el amo de una realidad paralela. Si Dios nos hizo a su imagen y semejanza, por qué no.
La digitalización y la inteligencia artificial, que se han colado en casi todas las actividades sociales, abren las puertas para que las Big Tech no tengan límites en sus posibilidades de expansión. La biotecnología, la salud, los servicios financieros, el e-commerce, son todas ramas en las que las gigantes tecnológicas están avanzando casilleros. También en el desarrollo de vehículos autónomos.
Apple lanzó en 2014 su “Proyecto Titan” para desarrollar automóviles con tecnología digital. En ese entonces aún no estaba claro si se buscaba lograr un auto totalmente autónomo o semiautónomo, enfocado en la dirección y la aceleración del vehículo. Con un nuevo cambio en la conducción, ahora en manos de Kevin Lynch, proveniente de Apple Watch, se decidió por desarrollar al vehículo autónomo, el cual estaría listo para 2025. No tendría volante ni pedales.
Lo cierto es que las gigantes tecnológicas llevan ya casi una década intentando alcanzar el vehículo autónomo y no ha sido fácil. Elon Musk, pionero con Tesla, anunció ya varias fechas para su estreno, pero cada vez debe posponerlo.
Waymo es el proyecto de Alphabet (Google). Este año consiguió inversiones por US$ 2.500 millones, con lo que llegó a una inversión total de US$5.700 millones. Waymo ya tiene una flota de autos eléctricos circulando en Phoenix como un servicio de transporte compartido, aunque todavía no son unidades totalmente autónomas, necesitan de un “asistente humano”. En San Francisco Waymo ofrece desde este año un servicio experimental de robotaxi, con la tecnología digital de Waymo aplicada a un modelo eléctrico de Jaguar. Aquellos que tengan la aplicación Waymo pueden solicitar un robotaxi que si bien es autónomo cuenta con un asistente humano. Pero uno de los errores más comentados es que se meten constantemente en una misma calle sin salida. Una residente de esa calle comentó al medio BBC, que esta situación ha llegado a pasar cincuenta veces en un día.
Por su parte, Amazon -que maneja una inmensa flota de camiones de reparto en Estados Unidos-, es propietaria de la empresa de vehículos autónomos Zoox. Por ahora la tecnología Zoox es aplicada en vehículos eléctricos de Toyota Highlander. Y están funcionando en Las Vegas, San Francisco y recientemente Seattle. La particularidad de esta tecnología es que permite que el vehículo funcione de la misma manera tanto para adelante como para atrás.
Tanto Waymo como Zoox vienen testeando sus vehículos en la zona de Seattle porque es una zona con mucha lluvia y uno de los principales escollos para esta tecnología es la dificultad de los sensores para funcionar correctamente en días lluviosos, con neblina o nieve.
Por su parte, Microsoft busca su vehículo autónomo en asociación con Audi y llama a emprendedores a asociarse con la empresa. En su sitio web se puede leer lo siguiente: “Los vehículos autónomos representan una transformación digital que permitirá vías más seguras, ciudades más eficientes y un medio ambiente más limpio: Esta tecnología es única, con una cantidad de desafíos y sofisticadas soluciones. Es por eso que hemos creados un programa exclusivo, diseñado específicamente para empoderar startups”.
Algunos analistas se preguntan cuál es la razón por la cual las Big Tech están tan interesadas en el auto sin chofer, cuando según señala Bloomberg- en 2020 las big tech tuvieron un margen de ganancia del 34% frente al 5,2% de las empresas fabricantes de autos.
Según proyecciones, el vehículo autónomo representará en 2030 un mercado de 2 trillones de dólares. Habría entonces unos 58 millones de vehículos sin chofer. Pero en realidad lo que buscan las big tech es algo que tiene más valor que lo que pueden conseguir con la venta de autos. Y eso es la atención de los consumidores.
La cantidad de tiempo que la gente ocupa en el automóvil es inmensa. En Estados Unidos se calcula un promedio de 6 horas por semana. Todas esas horas el hasta ahora chofer podría pasarlas en Google, Instagram, u otras aplicaciones.
“Todas estas empresas, incluida Facebook (ahora Meta) quieren controlar y dominar una parte –o toda- de la vida de los ciudadanos”, sostiene Raj Rajkumar, director del instituto de robótica de Carnegie Mellon. “Desde el punto de vista de sus negocios, si no lo haces tú, alguien más lo hará, y eventualmente perderás parte de tu influencia”. “Cada una de estas compañías quiere ser el predador, no la presa”.