Los tecnoutopistas sostienen que el blockchain y las criptomonedas garantizan un futuro más democrático e igualitario para la humanidad, pero los gobiernos han empezado a prohibirlos.
Jack Dorsey, el multimillonario fundador de Twitter, renunció a su cargo como CEO de la red social para dedicarse de lleno a su verdadera pasión: el mundo cripto y el blockchain.
El pasado mes de agosto Dorsey había dicho que “el bitcoin unirá al planeta”. Al igual que Dorsey muchos jóvenes emprendedores high tech apuestan actualmente al blockchain, las criptomonedas y la web3.
La ironía es que el argumento de los jóvenes emprendedores para promover el blockchain y las criptomonedas es que la web3 representa un avance democrático frente a las gigantes tecnológicas que buscan acapararlo todo.
Pero tanto Dorsey, como Zuckerberg y Elon Musk, entre otros magnates high tech, también alientan la utilización de criptomonedas.
Cryptomining
Por otro lado el gobierno de Suecia solicitó recientemente a la Unión Europea prohibir el minado de criptomonedas. Suecia no está sola. China, Irán y Turquía son algunos de los países que ya tomaron esta iniciativa. Otros, como India, están a punto de hacerlo.
El consumo energético que provoca la transacción de criptomonedas que se realiza mediante el sistema de Proof of Work es inmenso. Ya es mayor que el consumo eléctrico total de Argentina. Y este consumo crece exponencialmente.
Los defensores de las criptomonedas argumentan que utilizarán energías limpias. Y Suecia argumenta que el crecimiento de minado en los países nórdicos -que ha crecido sorprendentemente desde que China lo prohibió- atenta contra el proyecto sueco de mudar hacia las energías renovables.
Según el informe publicado por la Autoridad de Supervisión Financiera y la Agencia de Protección Ambiental, el minado de criptomonedas actual en Suecia equivale al consumo energético de 200.000 hogares.
“Es importante que tanto Suecia como la Unión Europea utilicen esta energía renovable donde proporcione el mayor beneficio para la sociedad en su conjunto”, se lee en el texto.
La discusión sobre las criptomonedas no es sencilla debido a varios factores:
Uno es que nadie parece entender muy bien cómo funciona todo el proceso. Durante los interrogatorios a los CEOs de las Big Tech realizados en el Congreso de Estados Unidos, quedó en evidencia que los senadores y representantes muchas veces no entendían bien cómo funcionan Amazon, Facebook, Google, Apple y Microsoft. Es de suponer que el funcionamiento de las criptomonedas es un mundo totalmente desconocido para muchos de ellos.
Tampoco se sabe quén o quiénes son los propietarios o responsables de las empresas cripto. Se supone que son estructuras horizontales donde todos son dueños o responsables. Eso significa que no hay un responsable.
No hay a quién preguntar o consultar. El argumento a favor es que es democrático. Pero más que democrático parece ser bastante oscuro.
Otro factor que aumenta la incertidumbre es que no queda muy claro cuál es el beneficio que aporta a la sociedad. Claramente es una actividad subversiva que esquiva los órganos de control financiero mundial. Parece ser una herramienta ideal para el lavado de dinero de orígenes espurios.
Aparentemente genera beneficios al mundo high tech. Muchas inversiones se destinan a startups tecnológicas por medio de criptomonedas, evitando de esta manera el pago de comisiones e impuestos. Y aquí hay otro tema, muy relacionado pero independiente al de la criptominería, que es la burbuja de las startups high tech que alcanzan cifras inconmensurables de capitalización cuando muchas veces no son más que una idea y una campaña de marketing.
Tomemos el ejemplo de Rivian, fabricante de autos eléctricos. Rivian fabrica en un año tantos autos como General Motors en un día. Tras su reciente debut en Wall Street, Rivian alcanzó un valor superior a los 100.000 millones de dólares. Muy por encima de GM, Ford, Volkswagen, etc. Sólo por debajo de Tesla.
Burbuja Financiera:
Charlie Munger, segundo al mando de Berkshire Hathaway –el mayor inversionista mudial- dijo recientemente en una conferencia realizada en Australia que “las criptomonedas son una locura aun más grande que las dotcom (la burbuja financiera de los inicios de internet, estimulada por el presidente Clinton, que finalmente reventó a fin de siglo)”. Munger tiene 97 años. Podría pensarse que ya no está en edad de entender el actual mundo digital. Sin embargo también podría argumentarse que -como reza el dicho popular- sabe más el diablo por viejo que por diablo.
Por otro lado algunos bancos de inversión decidieron sumarse a la deriva cripto. Alentados por el aumento de la cotización del Bitcoin, el JP Morgan la promocionó recientemente como una buena alternativa ante la tendencia inflacionaria en Estados Unidos y otras economías desarrolladas. Debido al aumento en la cotización que había tenido el Bitcoin hasta noviembre, los analistas financieros predecían un futuro luminoso para las criptomonedas para el 2022. Eso fue poco antes de la caída de 20% en la cotización que tuvo durante la primera semana de diciembre.
Claramente las criptomonedas tienen una alta volatilidad. No parecen ser la herramienta ideal para combatir la inflación ni nada parecido.
Las criptomonedas no sólo son útiles para financiar startups, para financiar el terrorismo y para el lavado de dinero, también son una excelente herramienta para la extorsión cibernética. Según el informe Ransomware: The True Cost to Business, publicado por Cybereason, las pérdidas estimadas para 2021 por ataques de ransomware (secuestro de datos) alcanzarían los 20.000 millones de dólares. Se produce un ataque cada 11 segundos. Y los atacantes cobran siempre en criptomonedas.
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