La guerra fría tecnológica entre las dos grandes potencias mundiales se torna cada día más caliente. Y lo cierto es que estamos solo en el comienzo. La geopolítica mundial gira actualmente en torno a la implementación del 5G en cada país. Porque aquel que controle el 5G controlará el comercio mundial en tan solo 10 años.
El gobierno de Xi Jinping se ha fijado como objetivo lograr la supremacía mundial en cuanto a desarrollo tecnológico para el 2030. El gobierno de Trump ha reaccionado al gran avance chino, tomando fuertes medidas para frenar a la empresa Huawei en el contexto de la implementación mundial del 5G.
La creación del Clean Network por parte del Departamento de Estado en abril de este año, ha sido una clara manifestación de que no se permitirá la expansión de Huawei en Estados Unidos y, también, de que la Casa Blanca no permitirá que sus tradicionales aliados negocien la instalación del 5G por parte de Huawei en sus países.
En estos últimos ocho meses, prácticamente todos los países de Europa y otros aliados han debido modificar sus políticas y han tomado medidas para evitar futuros compromisos comerciales con Hawei e incluso para suspender algunos ya asumidos.
El problema para muchos aliados de Estados Unidos es que la relación comercial de estos países con China ha llegado a un punto en el que buscar una confrontación sería casi una actitud suicida. Esto lo sabe Beijing y por eso ha lanzado fuertes advertencias a países como Australia y Canadá, que se encuentran actualmente ante una difícil disyuntiva.
Como comentamos anteriormente era sólo cuestión de tiempo para que esta guerra llegara a Latinoamérica y de hecho ya le ha llegado el turno a Brasil, la economía más grande de Latinoamérica y también el territorio más extenso y más poblado de la región.
En la última década Brasil –el país latinoamericano que siempre ha demostrado mejor sintonía con el imperio estadounidense- ha consolidado una férrea relación comercial con China, que pasó a ser su principal socio comercial en 2010. Desde entonces esta situación no ha variado, ya que China es el principal consumidor de los dos ítems de mayor exportación de Brasil, que son la soja y el mineral de hierro.
Para China, Brasil también es un país estratégico, porque más allá de sus commodities, la ciudad de Manaos fue elegida por Beijing como centro de producción industrial para exportar sus productos al resto de América del Sur.
Todo iba bien mientras estaba el Partido de los Trabajadores en el poder, pero con la llegada de Bolsonaro la situación ha cambiado radicalmente. Bolsonaro no sólo ha regresado al alineamiento total con Estados Unidos sino que también –debido a que son personalidades similares- ha alimentado una especial amistad con Trump.
El mes pasado el gobierno brasileño declaró su adhesión al Clean Network y hace tan solo unos días la agencia de noticias Reuters informó que Brasilia está buscando la manera legal de excluir a Huawei del 5G brasilero. El Departamento de Estado ya le ha hecho saber a Bolsonaro que está dispuesto a financiar la suplantación de Huawei por empresas occidentales, como por ejemplo Nokia y Ericson, en la instalación de 5G en Brasil.
El gran problema al que se enfrenta Bolsonaro ahora es que Brasil ha sido uno de los principales clientes de Huawei desde sus inicios y todas las empresas brasileñas de telecomunicaciones utilizan Huawei en sus 3G y 4G. Vivo, la empresa más grande de telefonía celular -perteneciente a Telefonica- utiliza equipos Huawei en un 65%. Su competidora, Claro, la utiliza en un 55%. Oi tiene un 65% de equipos Huawei; y TIM un 45%.
Si bien el presidente Bolsonaro parece decidido a tomar partido en contra de Huawei, parece que no le resultará tan sencillo debido a la oposición que ya ha empezado a manifestarse por parte de la poderosa confederación industrial. Y uno de los principales opositores al alineamiento de Bolsonaro sería el propio vicepresidente de Brasil.
Por su parte, Huawei ha manifestado recientemente que opera hace 22 años en Brasil con los mayores estándares de ciberseguridad, como lo hace en 170 países del mundo, y que ya ha testeado el 5G con todas las compañías de telecomunicaciones de Brasil.
A fines de noviembre, el presidente de la Comisión de Asuntos Exteriores de la Cámara de Diputados, Eduardo Bolsonaro, lanzó un tweet en el que acusaba a Huawei de hacer espionaje para el gobierno del Partido Comunista chino. La respuesta del embajador chino fue inmediata y agresiva. Al rato Eduardo Bolsonaro borró el mensaje.
La relación del hijo de Bolsonaro con el embajador chino no puede ser peor. En relación al coronavirus, el diputado había hablado del “virus chino”, en sintonía con Trump. A lo que el embajador contestó que Eduardo Bolsonaro tenía un virus mental.
El presidente Bolsonaro deberá tomar pronto una decisión fundamental para el futuro de Brasil. Es prácticamente impensable que no continúe su alineamiento con Estados Unidos, pero entonces deberá esforzar su inteligencia al máximo para mantener su relación comercial con China o buscar nuevos destinos para sus principales commodities.