El gigante del e-commerce ha decidido cerrar sus locales físicos sin cajeros donde la clientela podía escoger sus productos y pagar después.
“Just Walk Out” (que traduciremos libremente como “vete sin pagar”) era el lema de la empresa para este tipo de tiendas de venta de comestibles donde al cliente le llegaba después la cuenta a su dispositivo. El sistema dependía de un conjunto de cámaras y sensores instalados en las tiendas para realizar un seguimiento de las compras. Amazon dice ahora que ofrecerá aún más comodidad a sus clientes con una solución más simple: carritos de compras que se asemejan a un autopago sobre ruedas que requiere que los clientes escaneen los artículos manualmente.
Según un artículo de POLITICO, esto cierra un capítulo de lo que Gerard Melioni, ingeniero de Amazon, había explicado el año pasado que era “magia” impulsada por una compleja gama de tecnologías de moda: reconocimiento de objetos, visión por computadora, aprendizaje automático profundo y –por supuesto– inteligencia artificial generativa. “Crear esa magia, determinar quién tomó qué producto, es más difícil de lo que piensas”, dijo Melioni. Y efectivamente, así fue.
Según The Information, a mediados de 2022 Amazon tenía más de 1.000 trabajadores en India revisando manualmente las transacciones de Amazon Fresh y etiquetando imágenes de video para entrenar el modelo. Por cada 1.000 ventas, esta tecnología requería alrededor de 700 revisiones humanas, mucho más que el objetivo interno de menos de 50 revisiones que tenía la empresa de Jeff Bezos.
Al conocer la revelación de The Information muchos consumidores se preguntaron si era por eso que las facturas llegaban recién horas más tarde. Algunos se sintieron engañados por la supuesta magia de la inteligencia artificial. “Una y otra vez veo cómo estos ejecutivos de IA subestiman lo complicado que es el mundo real”, dijo el especialista en el tema Gary Marcus. “Tal vez en 20 años funcione, pero creo que la visión por computadora no es tan buena como quieren dar a entender”.
Algunos expertos en IA ya lo vieron venir. Tras entrar en una tienda de Amazon Fresh en 2022, Emmanuel Maggiori, un ingeniero de software de aprendizaje automático, predijo que una solución sin cajero era demasiado buena para ser verdad. “Hay ciertos problemas que son muy difíciles de resolver, y este es uno de ellos. La IA actual se basa en el aprendizaje automático, que aprende de ejemplos anteriores para saber cómo hacer el trabajo”.
El sistema utiliza IAG (inteligencia artificial generativa) para simular que los compradores realizan diferentes actividades y así entrenar la respuesta de su modelo. Pero según Maggiori, el modelo no puede cubrir todos los escenarios de la vida real sin una propia conciencia de cómo funciona el mundo, algo que se acerca más a la IGA (inteligencia general artificial). “No creo que sea una cuestión de tiempo, intentando cada vez más”.
Según Marcus, lo que hizo Amazon es “fingir hasta lograrlo”. Algo similar a lo que se hizo con Cruise, cuyos viajes sin conductor requerían frecuente asistencia de humanos que trabajan como asistentes humanos. Lo mismo hizo ChatGPT, que utilizó trabajadores kenianos subcontratados que ganaban menos de 2 dólares por hora para limpiar los textos tóxicos.
Las empresas de redes sociales también dependen de una combinación de algoritmos y trabajadores humanos para moderar el contenido. Cada vez hay más pruebas que sugieren que este trabajo impone un costo psicológico a la mano de obra que está mal pagada.
Aun en el caso de que esta tecnología funcionara como corresponde, según POLITICO no está claro si la propuesta coincide con lo que los clientes quieren de sus tiendas de comestibles. De hecho, Amazon acepta que si bien los clientes agradecían no tener que hacer fila para pagar, también querían controlar cuánto dinero gastaban y ahorraban mientras compraban, en lugar de recibir la cuenta después de abandonar la tienda.
“En última instancia, las promesas ligadas a la historia del siglo XXI pueden ser más beneficiosas para las corporaciones que para los clientes, lo que podría ser parte del problema”, sostiene Christopher Andrews, sociólogo de Drew University que ha investigado la adopción del autopago. “Los minoristas no pueden deshacerse del sueño de encontrar formas de utilizar la tecnología para reducir costos laborales. Todo esto es parte de un vasto experimento social en el que los comercios, las aerolíneas, los bancos y los restaurantes están tratando de ver si pueden socializar a los clientes para que realicen parte del trabajo que antes realizaban los empleados remunerados, enmarcándolo como ‘más rápido’ o ‘más conveniente’”, concluye Andrews.